Cuida bien tu piel y evita estos

Cuida bien tu piel y evita estos

1 Qué difícil es ser constante con el cuidado del rostro

Es que en este apartado hay ciertos matices y son muy exigentes con el ritmo de vida que llevamos. Para empezar, hay un consenso generalizado en que tienes que lavarte la cara dos veces al día, una por la mañana y otra por la noche. Probablemente, esas dos franjas horarias sean la base desde donde empieza a tambalearse nuestra constancia. A primera hora del día tenemos prisa por salir a cumplir con nuestras obligaciones y, por la noche, nos morimos de ganas de ir a la cama. Sin embargo, los expertos nos piden que hagamos el cuidado facial con calma, método y mimo. Tómate tu tiempo y tendrás más posibilidades de hacerlo bien. En unos pocos días, ya habrás adquirido un hábito sólido. ¡No vale solo con agua!

2 El orden en tu rutina es importante

Cuidar de tu rostro exige seguir unos pasos determinados. Ya lo sabes del punto anterior, hay que tener paciencia y seguir el método. El orden correcto es el siguiente:

  • Limpieza: es el momento de acabar con las impurezas del rostro acumuladas durante la noche o después de un largo día. Así te deshaces del maquillaje o incluso exfolias las células muertas. De cualquier forma, es el primer paso del proceso.
  • Hidratación: una vez que tu piel está limpia, necesita tu ayuda para recuperar su vitalidad, rejuvenecerla y activarla. En esta fase entran en juego no solo las cremas hidratantes, también los contornos de ojos y las ampollas de  vitamina C.
  • Fotoprotección: vale, para ir a la cama por la noche no es necesario, pero recuerda que la protección solar es imprescindible hasta en invierno.

3 El cuidado de tu rostro empieza por las manos

¿Perdona? Pues así es, uno de los errores más frecuentes que se señalan al hablar de la rutina facial es que no nos lavamos las manos antes de lavarnos la cara. Puedes pensar que al frotarte la cara con agua y un limpiador, ya estás limpiando tanto el rostro como las manos, pero no funciona así. Al contrario, la suciedad de tus manos puede pasar a la piel de tus mejillas, labios, párpados… Recuerda, hay que hacer el proceso con mimo.